Los poemas de Charles Simic transitan entre lo cotidiano y lo extraño, y exploran la memoria, la guerra, el desarraigo y la condición humana con una voz única y mordaz, revelando verdades incómodas con una mirada aguda y sensible.
Hotel Insomnio
Me gustaba mi pequeño hueco,
su ventana frente a una pared de ladrillos.
al lado había un piano.
Algunas tardes al mes
un anciano minusválido vino a tocar
“My Blue Heaven”.
Aunque, por lo general, era un sitio tranquilo.
Una araña en su grueso abrigo en cada habitación
atrapando su mosca con una telaraña
de humo de cigarro y ensueño.
Tan oscuro,
que no veía mi rostro en el espejo de afeitar.
A las 5 a. m. el sonido de pies descalzos arriba.
Era la Gitana adivinadora,
cuyo escaparate está en la esquina,
que va a orinar luego de una noche de amor.
Una vez, también, el sonido de un niño sollozando.
Y tan cercano fue, que pensé
por un momento, que yo mismo sollozaba.
La pulga del amor
Le cogió una pulga
de su axila
para guardarla
y atesorarla
en una caja de cerillas.
Hasta se pinchaba el dedo
de vez en cuando
para alimentarla
con gotas de sangre.

Mil años de soledad
Al anochecer
Cuando deja de nevar
Nuestras casas se levantan
Muy por encima de la tierra
En el silencioso espacio
Al que ni el ladrido de un perro
Ni el grito de un pájaro, llegan.
Somos como los antiguos marineros:
Nuestros cuerpos son el océano
Y el silencio es el bote
Que Dios nos ha dado
Para nuestro largo y desconocido viaje.
El significado
Oculto como aquel niño pequeño
que no pudieron encontrar
el día que jugaba a las escondidas
en un parque lleno de árboles muertos.
¡Nos damos por vencidos! Gritaron.
Estaba oscureciendo.
Tuvieron que llamar a su madre
para que le ordenara salir.
Primero ella lo amenazó,
luego tuvo miedo.
Al fin escucharon una ramita
Quebrarse tras sus espaldas,
¡y ahí estaba!
el enano de piedra, el ángel de la fuente.
Los relojes de los muertos
Una noche fui a hacerle compañía al reloj.
Su tictac era más fuerte después de medianoche
como si tuviese un miedo inusual.
Es como silbar al pasar junto a un cementerio,
le expliqué.
En cualquier caso, le dije que lo comprendía.
Una vez hubo relojes así
en cada cocina de América.
Ahora todas las ventanas de la fábrica están rotas.
Los veteranos del turno de noche están en la barca de Caronte.
El día que te pares, le dije al reloj,
las ruedecitas que tenían en reserva
habrán salido rodando
por muchos sitios difíciles de localizar.
Pensando en ello me olvidé de dar cuerda al reloj.
Nos despertamos en la oscuridad.
Qué callada está la ciudad, dije.
Como los relojes de los muertos, contestó mi mujer.
Viejo reloj en la pared,
escuché cómo las nieves de tu infancia
comenzaban a caer.

Miedo
El miedo pasa de hombre a hombre
sin saberlo,
como una hoja pasa su estremecimiento
a otra.
De repente todo el árbol está temblando
y no hay señales del viento.
Enero
Huellas de niños
en la ventana helada
de una pequeña escuela.
Un imperio, leí en alguna parte,
se mantiene gracias a
la crueldad de sus prisiones.
Col
Ella estaba a punto de cortar la col
a la mitad,
pero la hice repensarlo
diciéndole:
“La col simboliza el amor misterioso”.
O eso dijo un tal Charles Fourier,
que dijo otras tantas extrañas y maravillosas cosas,
por lo que la gente le llamaba loco a sus espaldas,
tras lo cual la besé en su nuca
muy suavemente,
tras lo cual cortó la col en dos
con un solo golpe de su cuchillo.

Carta
Queridos filósofos: me pongo triste cuando pienso.
¿A ustedes les pasa lo mismo?
Justo cuando estoy a punto de hincar los dientes en el noumenon,
alguna novia antigua me viene a distraer.
"¡Ni siquiera está viva!" grito a los cielos.
La luz invernal me hizo tomar ese camino.
Vi lechos cubiertos con frazadas grises idénticas.
Vi hombres de mirada sombría sosteniendo mujeres desnudas
mientras las maguereaban con agua fría.
¿Era para calmarles los nervios o castigo?
Fui a visitar a mi amigo Bob quien me dijo:
"Alcanzamos lo real cuando vencimos la
seducción de las imágenes".
Yo estaba dichoso, hasta que me di cuenta
de que tal abstinencia nunca sería posible para mí.
Me sorprendí mirando por la ventana.
El padre de Bob llevaba a su perro a pasear.
Se movía dolorosamente; el perro lo aguardaba.
No había nadie más en el parque,
sólo árboles desnudos con una infinidad de formas trágicas
que hacían más difíciles las cosas.
Guante perdido
He aquí un guante negro de mujer.
Debe haber significado algo.
Un considerado extraño lo dejó
sobre el buzón rojo de la esquina.
Por tres días el cielo estuvo agitado,
luego, hoy día, cayeron algunos copos de nieve
sobre el guante que alguien,
en el intertanto, había dado vuelta,
de modo que sus dedos podían cerrarse
un poco... sin formar un puño todavía.
Yo, en tanto, esperé, con la noche que venía.
Algo me dijo que no me moviera.
Aquí donde las llamas se alzan de los tarros de basura,
y los sin casa duermen de pie.
En la biblioteca
Para Octavio
Hay un libro llamado
"Diccionario de Ángeles".
Nadie lo ha abierto en cincuenta años,
lo sé, porque cuando lo abrí
sus tapas crujieron, las páginas
se derrumbaron. Allí descubrí
que los ángeles habían sido una vez tan numerosos
como especies de moscas.
El cielo al ocaso
Solía estar espeso de ellos.
Había que agitar las manos
para mantenerlos apartados.
Ahora el sol brilla
a través de las altas ventanas.
La biblioteca es un lugar apacible.
Ángeles y dioses se apilaban
en libros oscuros no abiertos.
El gran secreto está
en algún estante junto al cual la Srta. Jones
pasa todos los días en sus rondas.
Ella es muy alta, de modo que mantiene
su cabeza inclinada como si escuchara.
Los libros están susurrando.
Yo no oigo nada, pero ella sí.
5 datos de interés para conocer a Charles Simic:
Charles Simic nació en Belgrado en 1938; su infancia transcurrió durante la Segunda Guerra Mundial.
En 1954, emigró a Estados Unidos con su familia, una experiencia que marcaría profundamente su obra.
Entre sus influencias más notables se encuentran Vasko Popa, Ivo Andrić, Rainer Maria Rilke y T. S. Eliot.
A lo largo de su carrera recibió numerosos premios, incluyendo el Premio Pulitzer de Poesía en 1990 y el título de Poeta Laureado de los Estados Unidos en 2007. Es considerado uno de los poetas más importantes de su generación.
Charles Simic falleció en Dover, New Hampshire, en 2023, a los 84 años.