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Nuestros cuerpos son el océano: 11 poemas de Charles Simic

9 de may de 2024

5 min de lectura

Los poemas de Charles Simic transitan entre lo cotidiano y lo extraño, y exploran la memoria, la guerra, el desarraigo y la condición humana con una voz única y mordaz, revelando verdades incómodas con una mirada aguda y sensible.

 

Hotel Insomnio


Me gustaba mi pequeño hueco,

su ventana frente a una pared de ladrillos.

al lado había un piano.

Algunas tardes al mes

un anciano minusválido vino a tocar

“My Blue Heaven”.


Aunque, por lo general, era un sitio tranquilo.

Una araña en su grueso abrigo en cada habitación

atrapando su mosca con una telaraña

de humo de cigarro y ensueño.


Tan oscuro,

que no veía mi rostro en el espejo de afeitar.


A las 5 a. m. el sonido de pies descalzos arriba.

Era la Gitana adivinadora,

cuyo escaparate está en la esquina,

que va a orinar luego de una noche de amor.

Una vez, también, el sonido de un niño sollozando.

Y tan cercano fue, que pensé

por un momento, que yo mismo sollozaba.




La pulga del amor


Le cogió una pulga

de su axila

para guardarla


y atesorarla

en una caja de cerillas.

Hasta se pinchaba el dedo


de vez en cuando

para alimentarla

con gotas de sangre.



Nuestros cuerpos son el océano: Ppoemas de Charles Simic


Mil años de soledad


Al anochecer

Cuando deja de nevar

Nuestras casas se levantan

Muy por encima de la tierra

En el silencioso espacio

Al que ni el ladrido de un perro

Ni el grito de un pájaro, llegan.


Somos como los antiguos marineros:

Nuestros cuerpos son el océano

Y el silencio es el bote

Que Dios nos ha dado

Para nuestro largo y desconocido viaje.




El significado


Oculto como aquel niño pequeño

que no pudieron encontrar

el día que jugaba a las escondidas

en un parque lleno de árboles muertos.


¡Nos damos por vencidos! Gritaron.


Estaba oscureciendo.

Tuvieron que llamar a su madre

para que le ordenara salir.

Primero ella lo amenazó,

luego tuvo miedo.


Al fin escucharon una ramita

Quebrarse tras sus espaldas,

¡y ahí estaba!

el enano de piedra, el ángel de la fuente.




Los relojes de los muertos


Una noche fui a hacerle compañía al reloj.

Su tictac era más fuerte después de medianoche

como si tuviese un miedo inusual.

Es como silbar al pasar junto a un cementerio,

le expliqué.

En cualquier caso, le dije que lo comprendía.


Una vez hubo relojes así

en cada cocina de América.

Ahora todas las ventanas de la fábrica están rotas.

Los veteranos del turno de noche están en la barca de Caronte.

El día que te pares, le dije al reloj,

las ruedecitas que tenían en reserva

habrán salido rodando

por muchos sitios difíciles de localizar.


Pensando en ello me olvidé de dar cuerda al reloj.

Nos despertamos en la oscuridad.

Qué callada está la ciudad, dije.

Como los relojes de los muertos, contestó mi mujer.

Viejo reloj en la pared,

escuché cómo las nieves de tu infancia

comenzaban a caer.



Nuestros cuerpos son el océano: Ppoemas de Charles Simic


Miedo


El miedo pasa de hombre a hombre

sin saberlo,

como una hoja pasa su estremecimiento

a otra.


De repente todo el árbol está temblando

y no hay señales del viento.




Enero


Huellas de niños

en la ventana helada

de una pequeña escuela.


Un imperio, leí en alguna parte,

se mantiene gracias a

la crueldad de sus prisiones.




Col


Ella estaba a punto de cortar la col

a la mitad,

pero la hice repensarlo

diciéndole:

“La col simboliza el amor misterioso”.


O eso dijo un tal Charles Fourier,

que dijo otras tantas extrañas y maravillosas cosas,

por lo que la gente le llamaba loco a sus espaldas,


tras lo cual la besé en su nuca

muy suavemente,


tras lo cual cortó la col en dos

con un solo golpe de su cuchillo.



Nuestros cuerpos son el océano: Ppoemas de Charles Simic


Carta


Queridos filósofos: me pongo triste cuando pienso.

¿A ustedes les pasa lo mismo?

Justo cuando estoy a punto de hincar los dientes en el noumenon,

alguna novia antigua me viene a distraer.

"¡Ni siquiera está viva!" grito a los cielos.


La luz invernal me hizo tomar ese camino.

Vi lechos cubiertos con frazadas grises idénticas.

Vi hombres de mirada sombría sosteniendo mujeres desnudas

mientras las maguereaban con agua fría.

¿Era para calmarles los nervios o castigo?


Fui a visitar a mi amigo Bob quien me dijo:

"Alcanzamos lo real cuando vencimos la

seducción de las imágenes".

Yo estaba dichoso, hasta que me di cuenta

de que tal abstinencia nunca sería posible para mí.

Me sorprendí mirando por la ventana.


El padre de Bob llevaba a su perro a pasear.

Se movía dolorosamente; el perro lo aguardaba.

No había nadie más en el parque,

sólo árboles desnudos con una infinidad de formas trágicas

que hacían más difíciles las cosas.




Guante perdido


He aquí un guante negro de mujer.

Debe haber significado algo.

Un considerado extraño lo dejó

sobre el buzón rojo de la esquina.


Por tres días el cielo estuvo agitado,

luego, hoy día, cayeron algunos copos de nieve

sobre el guante que alguien,

en el intertanto, había dado vuelta,

de modo que sus dedos podían cerrarse


un poco... sin formar un puño todavía.

Yo, en tanto, esperé, con la noche que venía.

Algo me dijo que no me moviera.

Aquí donde las llamas se alzan de los tarros de basura,

y los sin casa duermen de pie.




En la biblioteca

Para Octavio


Hay un libro llamado

"Diccionario de Ángeles".

Nadie lo ha abierto en cincuenta años,

lo sé, porque cuando lo abrí

sus tapas crujieron, las páginas

se derrumbaron. Allí descubrí


que los ángeles habían sido una vez tan numerosos

como especies de moscas.

El cielo al ocaso

Solía estar espeso de ellos.

Había que agitar las manos

para mantenerlos apartados.


Ahora el sol brilla

a través de las altas ventanas.

La biblioteca es un lugar apacible.

Ángeles y dioses se apilaban

en libros oscuros no abiertos.

El gran secreto está

en algún estante junto al cual la Srta. Jones

pasa todos los días en sus rondas.


Ella es muy alta, de modo que mantiene

su cabeza inclinada como si escuchara.

Los libros están susurrando.

Yo no oigo nada, pero ella sí.



 
5 datos de interés para conocer a Charles Simic:

  1. Charles Simic nació en Belgrado en 1938; su infancia transcurrió durante la Segunda Guerra Mundial.

  2. En 1954, emigró a Estados Unidos con su familia, una experiencia que marcaría profundamente su obra.

  3. Entre sus influencias más notables se encuentran Vasko Popa, Ivo Andrić, Rainer Maria Rilke y T. S. Eliot.

  4. A lo largo de su carrera recibió numerosos premios, incluyendo el Premio Pulitzer de Poesía en 1990 y el título de Poeta Laureado de los Estados Unidos en 2007. Es considerado uno de los poetas más importantes de su generación.

  5. Charles Simic falleció en Dover, New Hampshire, en 2023, a los 84 años.

9 de may de 2024

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