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Raíz en las tinieblas: 9 poemas de Pablo Neruda

12 de may de 2024

7 min de lectura

Los poemas de Pablo Neruda, poeta y diplomático chileno galardonado con el Premio Nobel de Literatura, cautivan con una voz vibrante que celebra el amor, la naturaleza, la belleza del mundo y la lucha por la justicia social.

 

Amor


Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte

la leche de los senos como de un manantial,

por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte

en la risa de oro y la voz de cristal.

Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos

y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,

porque tu ser pasara sin pena al lado mío

y saliera en la estrofa –limpio de todo mal–.


Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría

amarte, ¡amarte como nadie supo jamás!

Morir y todavía

amarte más.

Y todavía

amarte más y más.




Amor, cuántos caminos hasta llegar a un beso,

qué soledad errante hasta tu compañía!

Siguen los trenes solos rodando con la lluvia.

En Taltal no amanece aún la primavera.


Pero tú y yo, amor mío, estamos juntos,

juntos desde la ropa a las raíces,

juntos de otoño, de agua, de caderas,

hasta ser sólo tú, sólo yo juntos.


Pensar que costó tantas piedras que lleva el río,

la desembocadura del agua de Boroa,

pensar que separados por trenes y naciones


tú y yo teníamos que simplemente amarnos,

con todos confundidos, con hombres y mujeres,

con la tierra que implanta y educa los claveles.


Raíz en las tinieblas: poemas de Pablo Neruda


Poema 07


Inclinado en las tardes tiro mis tristes redes

a tus ojos oceánicos.


Allí se estira y arde en la más alta hoguera

mi soledad que da vueltas los brazos como un náufrago.


Hago rojas señales sobre tus ojos ausentes

que olean como el mar a la orilla de un faro.


Sólo guardas tinieblas, hembra distante y mía,

de tu mirada emerge a veces la costa del espanto.


Inclinado en las tardes echo mis tristes redes

a ese mar que sacude tus ojos oceánicos.


Los pájaros nocturnos picotean las primeras estrellas

que centellean como mi alma cuando te amo.


Galopa la noche en su yegua sombría

desparramando espigas azules sobre el campo.




Poema 12


Para mi corazón basta tu pecho,

para tu libertad bastan mis alas.

Desde mi boca llegará hasta el cielo

lo que estaba dormido sobre tu alma.


Es en ti la ilusión de cada día.

Llegas como el rocío a las corolas.

Socavas el horizonte con tu ausencia.

Eternamente en fuga como la ola.


He dicho que cantabas en el viento

como los pinos y como los mástiles.

Como ellos eres alta y taciturna.

Y entristeces de pronto, como un viaje.


Acogedora como un viejo camino.

Te pueblan ecos y voces nostálgicas.

Yo desperté y a veces emigran y huyen

pájaros que dormían en tu alma.




Poema 15


Me gustas cuando callas porque estás como ausente,

y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.

Parece que los ojos se te hubieran volado

y parece que un beso te cerrara la boca.


Como todas las cosas están llenas de mi alma

emerges de las cosas, llena del alma mía.

Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,

y te pareces a la palabra melancolía.


Me gustas cuando callas y estás como distante.

Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.

Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:

déjame que me calle con el silencio tuyo.


Déjame que te hable también con tu silencio

claro como una lámpara, simple como un anillo.

Eres como la noche, callada y constelada.

Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.


Me gustas cuando callas porque estás como ausente.

Distante y dolorosa como si hubieras muerto.

Una palabra entonces, una sonrisa bastan.

Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.



Raíz en las tinieblas: poemas de Pablo Neruda


Poema 18


Aquí te amo.

En los oscuros pinos se desenreda el viento.

Fosforece la luna sobre las aguas errantes.

Andan días iguales persiguiéndose.


Se desciñe la niebla en danzantes figuras.

Una gaviota de plata se descuelga del ocaso.

A veces una vela. Altas, altas estrellas.


O la cruz negra de un barco.

Solo.

A veces amanezco, y hasta mi alma está húmeda.

Suena, resuena el mar lejano.

Éste es un puerto.

Aquí te amo.


Aquí te amo y en vano te oculta el horizonte.

Te estoy amando aún entre estas frías cosas.

A veces van mis besos en esos barcos graves,

que corren por el mar hacia donde no llegan.


Ya me veo olvidado como estas viejas anclas.

Son más tristes los muelles cuando atraca la tarde.

Se fatiga mi vida inútilmente hambrienta.

Amo lo que no tengo. Estás tú tan distante.


Mi hastío forcejea con los lentos crepúsculos.

Pero la noche llega y comienza a cantarme.

La luna hace girar su rodaje de sueño.


Me miran con tus ojos las estrellas más grandes.

Y como yo te amo, los pinos en el viento,

quieren cantar tu nombre con sus hojas de alambre.




Poema 20


Puedo escribir los versos más tristes está noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche esta estrellada,

y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».


El viento de la noche gira en el cielo y canta.


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Yo la quise, y a veces ella también me quiso.


En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.

La besé tantas veces bajo el cielo infinito.


Ella me quiso, a veces yo también la quería.

Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.


Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.

Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.


Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.

La noche está estrellada y ella no está conmigo.


Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.

Mi alma no se contenta con haberla perdido.


Como para acercarla mi mirada la busca.

Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.


La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.

Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.


Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.

Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.


De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.

Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.


Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.

Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.


Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,

mi alma no se contenta con haberla perdido.


Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,

y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.




Oda al secreto amor


Tú sabes

que adivinan

el misterio:

me ven,

nos ven,

y nada

se ha dicho,

ni tus ojos,

ni tu voz, ni tu pelo,

ni tu amor han hablado,

y lo saben

de pronto,

sin saberlo

lo saben:

me despido y camino

hacia otro lado

y saben

que me esperas.


Alegre

vivo

y canto

y sueño,

seguro

de mí mismo,

y conocen,

de algún modo,

que tú eres mi alegría.

Ven

a través del pantalón oscuro

las llaves

de tu puerta,

las llaves

del papel, de la luna

en los jazmines,

el canto en la cascada.

Tú, sin abrir la boca,

desbocada,

tú, cerrando los ojos,

cristalina,

tú, custodiando

entre las hojas negras

una paloma roja,

el vuelo

de un escondido corazón,

y entonces

una sílaba,

una gota

del cielo,

un sonido

suave de sombra y polen

en la oreja,

y todos

lo saben,

amor mío,

circula entre los hombres,

en las librerías,

junto a las mujeres,

cerca

del mercado

rueda

el anillo

de nuestro

secreto

amor

secreto.


Déjalo

que se vaya

rodando

por las calles,

que asuste

a los retratos,

a los muros,

que vaya y vuelva

y salga

con las nuevas

legumbres del mercado,

tiene

tierra,

raíces,

y arriba

una amapola,

tu boca:

una amapola.

Todo

nuestro secreto,

nuestra clave,

palabra

oculta,

sombra,

murmullo,

eso

que alguien

dijo

cuando no estábamos presentes,

es sólo una amapola,

una amapola.


Amor,

amor,

amor,

oh flor secreta,

llama

invisible,

clara

quemadura!


Raíz en las tinieblas: poemas de Pablo Neruda


Barcarola


Si solamente me tocaras el corazón,

si solamente pusieras tu boca en mi corazón,

tu fina boca, tus dientes,

si pusieras tu lengua como una flecha roja

allí donde mi corazón polvoriento golpea,

si soplaras en mi corazón, cerca del mar, llorando,

sonaría con un ruido oscuro,

con sonido de ruedas de tren con sueño,

como aguas vacilantes,

como el otoño en hojas,

como sangre,

con un ruido de llamas húmedas quemando el cielo,

sonando como sueños o ramas o lluvias,

o bocinas de puerto triste,

si tú soplaras en mi corazón cerca del mar,

como un fantasma blanco,

al borde de la espuma,

en mitad del viento,

como un fantasma desencadenado,

a la orilla del mar, llorando.


Como ausencia extendida, como campana súbita,

el mar reparte el sonido del corazón,

lloviendo, atardeciendo, en una costa sola:

la noche cae sin duda,

y su lúgubre azul de estandarte en naufragio

se puebla de planetas de plata enronquecida.


Y suena el corazón como un caracol agrio,

llama, oh mar, oh lamento, oh derretido espanto

esparcido en desgracias y olas desvencijadas:

de lo sonoro el mar acusa

sus sombras recostadas, sus amapolas verdes.


Si existieras de pronto, en una costa lúgubre,

rodeada por el día muerto,

frente a una nueva noche,

llena de olas,

y soplaras en mi corazón de miedo frío,

soplaras en la sangre sola de mi corazón,

soplaras en su movimiento de paloma con llamas,

sonarían sus negras sílabas de sangre,

crecerían sus incesantes aguas rojas,

y sonaría, sonaría a sombras,

sonaría como la muerte,

llamaría como un tubo lleno de viento o llanto,

o una botella echando espanto a borbotones.


Así es, y los relámpagos cubrirían tus trenzas

y la lluvia entraría por tus ojos abiertos

a preparar el llanto que sordamente encierras,

y las alas negras del mar girarían en torno

de ti, con grandes garras, y graznidos, y vuelos.


¿Quieres ser el fantasma que sople, solitario,

cerca del mar su estéril, triste instrumento?

Si solamente llamaras,

su prolongado son, su maléfico pito,

su orden de olas heridas,

alguien vendría acaso,

alguien vendría,

desde las cimas de las islas,

desde el fondo rojo del mar,

alguien vendría, alguien vendría.


Alguien vendría, sopla con furia,

que suene como sirena de barco roto,

como lamento,

como un relincho

en medio de la espuma y la sangre,

como un agua feroz mordiéndose y sonando.


En la estación marina

su caracol de sombra circula como un grito,

los pájaros del mar lo desestiman y huyen,

sus listas de sonido, sus lúgubres barrotes

se levantan a orillas del océano solo.


 
5 datos de interés para conocer a Pablo Neruda:

  1. Pablo Neruda nació en Parral, Chile, en 1904. Su nombre real es Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto.

  2. Fue diplomático y activista político, desempeñándose como senador en Chile.

  3. Adoptó el seudónimo Pablo Neruda en honor al poeta checo Jan Neruda.

  4. Veinte poemas de amor y una canción desesperada es su obra más conocida.

  5. Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1971, y falleció en 1973.

12 de may de 2024

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